sábado, 15 de noviembre de 2008

...ES VERDE


Que hace esa niña cuatro días después del primer fin del mundo en esa cuna sin luna de las cinco de la tarde, no se encuentra los pies de uñas despintadas, y eso que él le barniza el paso con los mejores lugares. Mira en su apocopado color carne de cojines granates la mañana de un niño perdido de nombre ruso, y recuerda esos días que les quedan por vivir, esos en los que le roba la comida del plato, untando el dedo en la salsa verde que él prepara hablándole al agua, es amarga pero riega el paladar cuando escurres el sudor de los huesos, tan esqueléticos... tan llenos de blanco. Y él dice que es roja, porque le ha puesto tomate. Y no importa, es verde porque en el dedo sabe así, ni discutamos el sabor de los colores, que hoy hay tantos como para trecemildoscientosveinte años de lenguas .
Camina los tres milímetros que la separan de sus exhalaciones y se bebe en un vaso de calma.
¿Cómo es que empañan tanto los suspiros de él y ella juntos, acaso no los aclaran las burbujas sin gas de la gaseosa que festeja cada mañana de domingo, y de lunes, y de martes?
Ella quiere que la sople como hacía antes, como hacía tantos segundos atrás......, y bailar sobre sus pies, chasqueando el aire con sonidos que dan risa, regañándose guiños por perder el equilibrio en el arrastre al fondo del abismo de esa habitación con moqueta de los colores más tristes…. tan fea que duele.

1 comentario:

Atizza, el grande dijo...

Anda, tía, mira que te vas a unos sitios más raros... Abrígate. No salgas sin pololos y vete siempre por el solecito.